miércoles, agosto 09, 2006

Dos versos al angelito televisivo

Canal 13
Para aquel televidente que en horas de la mañana tenga su control remoto a mano y encienda la “caja idiota”, sería imposible no desconcertarse si el azar nocturno lo obliga a presenciar de golpe el matinal de Canal 13.
Cuando creíamos que lo habíamos visto todo con “Almorzando en el 13”, un programa donde era posible ver a una bailarina realizar su acto frente a un filete mignon o informarnos sobre colitis infantil en horas de almuerzo, el canal de las doctrinas televisivas nos sorprende con un programa matutino difícil de asimilar para el ciudadano acostumbrado a los programas cuerdos, organizados y con algún sentido. ¿En qué habrán estado pensando los creativos del canal cuando sacaron a Carla Constant del bloque? Seguramente lo mismo que pensaban cuando decidieron unir a Soledad Onetto, Jeannette Moenne-Locoz y Carlo Von Mühlenbrock, rostros de mundos diferentes en un zoológico audiovisual que a ratos pretende tener algún sentido o lineamiento, pero nunca lo ha conseguido. Es que para cualquier espectador perturbado al ver la participación de Soledad en el segmento, sería menos extraño encontrarla vendiendo computadores en la esquina de su barrio; un fenómeno parecido ocurre con Jeannette, una personalidad algo insípida y con actitud de falsa dueña de casa (algo que se nota en detalles tan ínfimos como rebanar una cebolla). Un caso aparte y digno de elogio es el de Carlo, a quien debería considerarse como un héroe televisivo, ya que sustenta casi por completo el desarrollo del programa, demostrando gran habilidad y actitud frente a las cámaras, con una sencillez que a decir verdad se transforma en el único gancho para el público. Y así, un chef profesional simpático y destacado, una excelente periodista científica y un emblemático rostro de los late show se transforman en tres nuevas víctimas de los frustrados experimentos matutinos del angelito televisivo. ¿Por qué Canal 13 lleva años sin poder superar al “Buenos Días a Todos”? Al contrario de lo que sostiene la crítica especializada, creo que los “rostros lindos” como Tonka Tomicic no son la explicación. Me niego a creer que una modelo, capaz de considerar como tema de conversación una infracción a George Michael como algo más importante que una bebé asesinada en Italia, sea la piedra angular del éxito de TVN. Simplemente ocurre que no hay competencia, por lo que el matinal del canal oficialista, que constituye la continuidad que el público chileno siempre agradece, es el que lidera cualquier encuesta. Me parece que los grandes cambios en Canal 13 durante los últimos años se llevaron, además de curas y periodistas setenteros, a los verdaderos creativos de la institución, esos que no salen en el directorio ni son entrevistados por “periodistas” de S.Q.P. Apelando al sabio aforismo, Gonzalo Bertrán debe estar “revolcándose en su tumba”.

Otro fenómeno que no podemos dejar de mencionar es el noticiero del angelito televisivo. En el año 2004, “Teletrece” estrenó con bombos y platillos su nueva imagen y cuerpo periodístico. Los diseños escénicos y multimediales hicieron fantasear al televidente chileno con suculentos informativos europeos y norteamericanos de segunda mano, en donde era posible leer las breves en una línea inferior de la pantalla mientras los reporteros del programa se las ingeniaban para adentrarse en el charco más profundo del temporal, mientras el camarógrafo hacía maravillas para no captar a todos los curiosos de la escena. Era realidad pura al estilo de Teletrece. Pero el programa no prosperó como lo planeaban los creativos y el desempeño del bloque no justificó la enorme inversión. Fue entonces que el canal de las doctrinas televisivas optó por preocuparse más en los rostros que en la parafernalia audiovisual; era lógico, Alejandro Guiller era el periodista más creíble según las encuestas y los ejecutivos de Chilevisión casi ni se movían de su escritorio. Desde el 2005, Canal 13 ha buscado intensamente entre sus periodistas un rostro para imponerse, experimentando con Constanza Santa María, Soledad Onetto o Macarena Puirredon, entre otros. Digno de comentar es el caso de Matilde Burgos y Mauricio Hoffmann. La otrora reportera en Europa, que en la elección de Benedicto XVI como el nuevo Papa nos desconcertó al estallar en llanto como si fuera la noche de año nuevo, se presenta actualmente como el rostro fuerte del bloque junto a Hoffmann, catedrático de una prestigiosa universidad, quien también nos deleitó con su gran argumento periodístico al señalar en los momentos de la elección del pontificado: “es demasiado blanco (el humo) para ser negro”.
Curioso es encontrarlos ahora en la nueva estrategia de Canal 13: mostrar al área de prensa casi como un reality show periodístico, con una publicidad que pretende transmitir credibilidad al público, pero que a decir verdad produce todo lo contrario. Y en el caso de que esta incongruente campaña logre enganchar a algún despistado televidente, éste se verá inmediatamente decepcionado al presenciar el noticiero, que sigue con la misma falta de profundidad investigativa, aferrándose a fenómenos sociales para exponer aciertos periodísticos que no le pertenecen y mostrando la misma actitud anticuada, retrógrada y ritualista de otros años, camuflada con falsos diálogos entre sus panelistas.
Así como van las cosas, no sería raro ver a Tonka Tomicic leyendo noticias en Teletrece, en un futuro incierto para cualquier chileno que haya reconocido en “Almorzando en el 13” el destino abúlico de su conformismo televisivo.

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